Quizás te preguntes que hace un tipo que se dedica a esto de la internet escribiendo un cuentecillo de extraños seres y que te recuerda mucho a Tolkien… salvando las millas y millas que existen entre el gran genio y el que escribe, una noche de sábado estaba pensando en cómo ayudar a la peque de la casa a entender que unas malas decisiones pueden llevarte a caminos que uno nunca querría tener que andar, y bueno, a los días me puse y en un ratito escribí este relato pedagógico, además y con un poco se suerte, la introduzco en el mundo de la fantasía, y que por fin lea a verdaderos escritores :)

La historia del gran bosque.

La historia del gran bosque.

En respuesta a como el ser humano talaba los árboles del límite del Gran Bosque y creaba campos de cultivo para alimentar a su cada vez mayor número de habitantes, las estrellas, que eran las que daban vida a todo el bosque, escucharon el llanto de éste, y de la zona más alejada a los humanos nacieron unas criaturas, con forma medio humana y medio árbol. Algunos de ellos tenían barbas, eran muy altos y muy fuertes, con una clara predisposición a la lucha contra los humanos, ya que creían que su deber era defender a los árboles y a los animales que en el bosque vivían. Se hicieron llamar Padres del Bosque. Otro gran número de estos seres tenían formas más estilizadas y esbeltas, con los cabellos largos, sin barba, caras gentiles y con una gran sintonía por los seres más pequeños de la naturaleza, se hicieron llamar a sí mismos Madres del Bosque. Por último y en proporción mucho menor con respecto a los otros dos grupos, también nacieron unos pocos seres de grandes ojos bondadosos, sin una forma predefinida y muy distintos unos a otros, ajenos a todo lo que preocupaba a Padres y Madres, siendo realmente estos los únicos que se integraron en el entorno con todos y cada uno de los seres del Gran Bosque, hasta tal punto que había que tener una gran agudeza para distinguirlos de entre el resto de árboles o animales que habitaban allí. Fueron nombrados por el resto como Espíritus del Bosque, y como todos ellos se necesitaban los unos a los otros, durante los primeros años tras su nacimiento vivieron en armonía pese que la preocupación por lo que hacían los humanos no dejaba dormir por las noches a los Padres del Bosque, los cuales debatieron largo y tendido sobre qué hacer, hasta que asumieron el papel de líderes, y de entre ellos, el más fuerte, uno se autoproclamó el Señor del Bosque. Con palabras elocuentes y promesas de venganza, consiguió convencer al resto de Padres que su deber era ir a la guerra para acabar con los humanos y devolver el equilibrio perdido. Las Madres del Bosque no pensaban que todos los humanos fueran malvados, que necesitaban guía y que destruirlos no era la solución, pensaban que el mundo era muy grande y que un día los humanos y el bosque vivirían en paz y simbiosis, como en los orígenes del mundo. Por el contrario, los Espíritus del Bosque eran ajenos a estos problemas, convivían en armonía con todos los seres y sus preocupaciones trascendían a los del resto, no se solían relacionar con los de su especie y cada vez era más difícil encontrarlos ya que sus motivaciones, difíciles de entender para todos los de su raza, iban más allá de las necesidades a corto plazo.

Los Padres del Bosque, valientes y poderosos marcharon al oeste, con un cántico que a oídos humanos era como el sonido del viento entre las ramas de los árboles, partieron a la guerra contra los humanos liderados por el gran Señor del Bosque, y el grupo se rompió. Las Madres no pudieron detenerlos, ya que el ansia de venganza era tan grande en los Padres del Bosque, que ésta pudo finalmente llenar totalmente sus corazones con sentimientos de ira que hasta cambió sus caras, antes serenas y ahora arrogantes, y durante siglos y siglos, estos seres estuvieron separados. Tantos años duró la gran guerra que en la mente de los Padres ya no quedaba rastro alguno del recuerdo de sus otros compañeros, y poco ya quedaba de la civilización de los humanos el día que el gran señor del bosque decidió, que si querían sobrevivir como especie, debían volver al bosque y reencontrarse con los suyos. Eran muy pocos los que habían sobrevivido a la guerra y no podían tener descendencia ellos solos, necesitaban tanto a las Madres como a los Espíritus del Bosque, o su especie terminaría tristemente desapareciendo. Ahora, su deber era recomponer los lazos que antes habían quebrado, pero muy pocos ya que quedaban, ni siquiera el Señor del Bosque pudo sobrevivir al largo camino de vuelta, ya que pese a ser seres de inmenso poder y vida casi inmortal, eran vulnerables a las armas de los humanos y muchas batallas tuvieron que librar hasta que la guerra terminó.

Finalmente y tras grandes vicisitudes debido al daño que la guerra había creado en el mundo, dos Padres del Bosque terminaron el camino, ya no había cánticos de guerra en ellos, pero sí la esperanza de sentir al aroma del bosque en sus tristes faces. Pero esta esperanza desapareció cuando se percataron de que el paraje yermo y desolado al que habían llegado era lo que quedaba del bosque. Se sentaron en una enorme piedra plana en frente de lo que antes había sido un rio, y ni disfrutaron del azul del cielo ahora cubierto por nubes negras, ni del canto de los pájaros que se posaban en su hombros, ya que ningún animal habitaba en el desierto gris de piedra y barro que antaño fuera sido el gran y majestuoso bosque; pero de entre el barro, apareció el último de los Espíritus, para sorpresa de los padres. Con las últimas fuerzas que le quedaban, y lágrimas en los ojos, les explicó que durante años, el fuego de las guerras y había consumido el bosque, y que mucho tiempo atrás, el día que partieron al oeste, las Madres decidieron partir al este para empezar una nueva vida. Dicho esto, el último de los espíritus desapareció de entre el barro, y los dos Padres empezaron un nuevo camino en búsqueda de las Madres del Bosque, pero ya poco quedaba de lo que antes era el mundo en el que habitábamos, ni humanos, ni animales, ni el Gran Bosque.

Largo tiempo ha pasado, la era de las estrellas y el Gran Bosque cayó en el olvido, hasta tal punto que pasó a ser una leyenda el viento, cuando atraviesa las ramas de los árboles, nos recuerda a los pocos humanos que conseguimos sobrevivir a la Gran Guerra.

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